El nuevo dispositivo pretende convertirse en el «todo en uno» del entrenamiento y mejora la conectividad con el resto de dispositivos y con el resto de usuarios.
Microsoft no quiere una nueva consola, quiere convertir la Xbox One en el «todo en uno» del entretenimiento. No será sólo un dispositivo para jugar, la compañía quiere convertir el dispositivo, con su nuevo diseño y sus nuevas posibilidades, en el cerebro de los salones de unos usuarios que cada vez tiene más tecnología a su alcance y más contenidos dispersos en la nube. Videojuegos, Internet, llamadas, televisión... todo eso y mucho más es Xbox One aunque en la presentación de una hora lo que más sorprendió es su capacidad de respuesta y la facilidad con la que combina esta experiencia multitarea.
El soporte será Blu-ray. Pero, ¿qué hay dentro?
Para empezar, una CPU de ocho núcleos y 8 GB de memoria RAM. Es decir,
se multiplica por 8 la potencia gráfica respecto a su predecesora.
Además, CPU y GPU ocupan un mismo chip de 40 nanómetros, en lugar de los
dos separados de unos 90 nanómetros que tiene Xbox 360.
A todo esto hay que unir un disco duro de 500 GB, que por el momento
parece la única versión en cuanto a almacenamiento, aunque no sería de
extrañar que apareciese una versión con menos almacenamiento disponible y
basada en la nube. En cuanto a la conectividad, aparte del lector de
Blu-ray, la consola contará con entrada HDMI y puertos USB 3.0. Así
pues, en este apartado ha habido pocos cambios.
La Xbox One tratará de ganar terreno a sus competidor
ofreciendo una combinación entre los juegos, las posibilidades de
Microsoft e Internet Explorer y la televisión en directo. Sus creadores
prometen respuesta instantánea, más conectividad, experiencias de juego
irrepetibles y una capacidad multitarea que no puede ofrecer ningún otro
dispositivo. Para conocer más detalles, habrá que seguir esperando.
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